A pocas semanas del inicio oficial de la temporada de huracanes en el Atlántico, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y su Servicio Nacional de Meteorología (NWS) enfrentan una crisis sin precedentes: una reducción de personal que amenaza con debilitar la capacidad del país para prever y responder a desastres naturales cada vez más intensos.
Despidos masivos y jubilaciones anticipadas
Desde principios de año, la NOAA ha perdido más de 2,000 empleados debido a despidos y programas de jubilación anticipada implementados por la administración Trump. Estas medidas han afectado a diversas divisiones de la agencia, incluyendo meteorólogos, especialistas en TI y técnicos de reparación de radares. En particular, el Centro de Modelado Ambiental de la NOAA ha visto una reducción del 25% de su personal, lo que compromete la actualización y precisión de los modelos de pronóstico numérico que son fundamentales para prever fenómenos meteorológicos extremos.
Impacto en las operaciones de los «Cazadores de Huracanes»
Los recortes también han alcanzado a la Oficina de Operaciones Aéreas de la NOAA, hogar de los «Cazadores de Huracanes», equipos que vuelan directamente hacia las tormentas para recopilar datos críticos. La pérdida de dos directores de vuelo y un ingeniero electrónico ha reducido la capacidad operativa de estas misiones, que son esenciales para obtener información tridimensional sobre la estructura de los huracanes y mejorar la precisión de los pronósticos.
Preocupación entre expertos y exfuncionarios
La comunidad científica y exfuncionarios de la NOAA han expresado su alarma ante la situación. Cinco exadministradores de la agencia advirtieron en una carta abierta que la desintegración de la fuerza laboral integrada de la NOAA podría tener impactos severos en la economía nacional y la seguridad pública. Además, la senadora Maria Cantwell, presidenta del subcomité del Senado que supervisa la NOAA, señaló que estos recortes «ponen en peligro nuestra capacidad para prever y responder a eventos meteorológicos extremos como huracanes, incendios forestales e inundaciones».
Consecuencias para la seguridad pública y la economía
La reducción de personal ya ha tenido efectos tangibles. Oficinas del NWS en lugares propensos a desastres, como Houston y Miami, han perdido más del 30% de su personal desde el otoño pasado. Esta situación ha llevado a que algunas oficinas suspendan operaciones críticas, como el lanzamiento de globos meteorológicos, lo que afecta la calidad de los datos recopilados y, por ende, la precisión de los pronósticos.
Además, la NOAA ha anunciado la suspensión de la actualización de su base de datos de desastres que superan los mil millones de dólares en pérdidas, una herramienta vital para comprender las tendencias climáticas y planificar respuestas efectivas a eventos extremos.
Llamado a la acción
La situación ha generado llamados urgentes a la acción por parte de legisladores y expertos. El senador Adam Schiff instó al Secretario de Comercio a restaurar la base de datos de desastres y a abordar las preocupaciones sobre la reducción de personal. Mientras tanto, científicos y empleados actuales de la NOAA han expresado su frustración y preocupación por la capacidad de la agencia para cumplir con su misión fundamental de proteger vidas y propiedades.
La temporada de huracanes de 2025 se perfila como una de las más desafiantes en la historia reciente, no solo por la intensidad creciente de las tormentas debido al cambio climático, sino también por la debilitada capacidad de respuesta de las agencias encargadas de prever y mitigar estos desastres. La comunidad científica y los responsables políticos enfrentan una encrucijada crítica: actuar ahora para restaurar y fortalecer la infraestructura de pronóstico o arriesgarse a consecuencias potencialmente catastróficas para la nación.